Al introducirnos en el estudio de la religiosidad, es indispensable definir el termino religión:
La definición más antigua, según Berkhof, pertenece a Cicerón, “quien la derivo” de “re-legere”, “volver a leer, repetir, observar cuidadosamente”.
Berkhof sostiene que la definición de Cicerón “es la que por hoy goza de la preferencia de la mayor parte de teólogos”.
La palabra “proviene del gr. Thresqueia [del verbo Threkeuo, ‘practicar observancias religiosas’, ‘adorar’], ‘adoración a Dios’, ‘religión’). El término denota reverencia o adoración, especialmente la que se expresa en actos rituales y de servicio (Hch. 26:5; Stg.1:26,27)”.
Es aquella virtud por la que rendimos a Dios, nuestro Creador y Señor absoluto, el honor debido, y le manifestamos nuestra sumisión.
Tomas de Aquino comenta “Por tanto se llaman por antonomasia religiosos los que se consagran totalmente al servicio de Dios ofreciéndose a Él como en holocausto”
Al igual que Berkhof, el Diccionario Certeza comenta sobre la inexistencia, por parte de la Biblia de una definición para el término religión, pero Berkhof si hace notar la distinción de una religión objetiva y una religión subjetiva.
En el NT, el vocablo griego threskeia se usaba para señalar al conjunto de ritos y signos externos de un culto o creencia. Pablo lo afirmó de esa manera en Hch. 26: 5 “...conforme a la mas rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo”, haciendo referencia al judaísmo. Vuelve a usar el término en Col. 2: 18, no haciendo énfasis en la doctrina sino en rituales y costumbres.
Santiago agrega que “la religión pura y sin macula delante de Dios es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo” (Stg.1:25.27).
Las definiciones presentadas anteriormente no difieren significativamente entre si, pues las mismas enfatizan que hablar de religión es hablar de “adoración” y de la necesidad de un Ser Superior. El religioso al experimentar una relación verdadera con Dios experimenta, en su vida, gratitud, tanto para Dios como para con su prójimo. En toda esta experiencia interviene el poder divino del Espíritu Santo como dice Berkhof: “Esta fe no es la expresión natural de ninguna llamada innata disposición religiosa del hombre; es el fruto de la operación sobrenatural del Espíritu Santo” .
En este estudio se adopta la definición de religión como reverencia o adoración, expresado en actos de servicio (Hch. 26:5; Stg.1:26,27).